Plataformas de hospedaje turístico, ¿un beneficio para el destino?
Airbnb ha recorrido un largo camino desde su nacimiento en noviembre de 2007, con tan solo la oferta de un colchón de aire y desayuno (airbed and breakfast) en el apartamento de uno de sus fundadores. A 24 años de su lanzamiento, esta plataforma virtual ya se encuentra vigente en más de 220 países y 100 mil localidades en el mundo, en las que se ofertan alrededor de 6 millones de propiedades, de acuerdo con un reciente informe de AirDNA.
Aunque existen otras plataformas de alojamiento turístico que también han evolucionado positivamente en los últimos años, tal es el caso de HomeAway, Vrbo, Couchsurfing, Wimdu, FlipKey y OneFineStay, hoy quiero enfocarme en el fenómeno Airbnb, que no ha dejado indiferentes a las principales cadenas hoteleras del mundo y a las organizaciones público-privadas relacionadas con el sector.
En México, el segundo mercado más importante para Airbnb en el mundo, según datos de la misma compañía, se ofrecen alrededor de 73 mil propiedades, de las cuales más de 10,000 se localizan en la región Puerto Vallarta y Bahía de Banderas, esto con base en los informes de AirDNA al cierre 2021.
Es por este meteórico crecimiento y, por supuesto, a sus sorprendentes ingresos (tan solo en el tercer trimestre de 2021 tuvo ingresos por 2,200 millones de dólares), desde su nacimiento Airbnb ha sido visto por los hoteleros como un competidor desleal, debido principalmente a que la plataforma no tributa por su operación ─a excepción de algunas ciudades en el mundo─ y los alojamientos, según los mismos hoteleros, no se acogen a las normativas impuestas a los establecimientos formalmente constituidos. Por ejemplo, para instalar un hotel se requieren por lo menos tres años de tramitología y cientos de requisitos, como licencias, seguro social, ISR, alarmas contra incendios, alarmas sísmicas y nóminas, por mencionar algunas, mientras que un cuarto vía Airbnb se ofrece de manera inmediata, con mínimas exigencias y, sin la supervisión de las autoridades municipales.
Sin embargo, así como destacamos las debilidades de la plataforma, es importante hablar también de sus bondades, y para esto es importante entender que los turistas evolucionan y están dispuestos a probar nuevas formas de viajar.
Luego entonces, tendríamos que preguntarnos: ¿Qué motiva al turista a inclinarse por Airbnb u otra plataforma vacacional?
Lo principal es el factor económico, ya que muchos buscan solamente un lugar en donde pernoctar, sin lujos, sin equipamiento excesivo, más bien funcional y cómodo. Por otro lado, destaca la sensación de “estar en casa”, contra el ambiente impersonal de un cuarto de hotel, de ahí que los comentarios o críticas de los lugares en los que se hospedan los usuarios van en el sentido de sus experiencias, tales como: “un lugar con calor de hogar”, “personal amable”, “muy serviciales y atentos”, etc. En muchos otros casos, es porque la propiedad se localiza en destinos que por sus condiciones geográficas o por un incipiente desarrollo turístico aún no se ha desarrollado un hotelería más formal.
La buena noticia es que, ante las constantes presiones, ya existe una lista de países y ciudades, entre estos México, que han debido regular las normas vigentes en materia tributaria con la finalidad de regular a este competidor e integrarlo a la condición de formal.
En enero de 2018, la compañía acordó con el Gobierno de la Ciudad de México recolectar y transferir un impuesto de alquiler del 3%, y más recientemente firmó el acuerdo Memorándum de Entendimiento (MOU) con la Secretaría de Turismo de Jalisco (Secturjal), que incluye además de la promoción turística, la regulación de la actividad, el intercambio de información estadística y el trabajo con anfitriones, así como la recolección y pago del Impuesto Sobre el Hospedaje (ISH) en el estado.
Lo anterior es solo un comienzo, aunque no cabe duda de que Airbnb continuará creciendo; por eso es importante que este crecimiento sea regulado, con lo que se logrará tener “un suelo parejo”, es decir, reglas claras para el sector hotelero y los prestadores de servicios turísticos.
También es cierto que existe una oportunidad para los hoteles de aprovechar sus conocimientos y experiencia en la gestión de apartamentos vacacionales o alojamientos alternativos, y de aceptar que los millennials y los Z ya no viajan como lo hacían sus padres, así que habrán de adaptarse a las nuevas exigencias de hospedaje.
En la región, esta tendencia ya ha comenzado a ponerse en práctica, logrando acuerdos que permiten la armonía entre lo formal y la sana competencia.
¿Ustedes que piensan de las plataformas de rentas vacacionales? ¡escribenme!